martes, 21 de febrero de 2017

RAMAS Y LEÑO EN VÍNCULO: PERTENENCIA Y EMANCIPACIÓN. EL CÍRCULO / CICLO VITAL

   “…Tengo dos caras
porque soy signo lingüístico..."

      escribe y dice Alberto Caride, en la presentación—recital de su último poemario titulado:

“…una lluvia de cenizas
que anega el alma porosa,
un silencioso tiempo
para digerir en silencio los cristales".

      Presentación de poemario. 

 “'La rama nunca se desgaja limpia del leño'”


   El escenario —como no podía ser de otra manera— es el Café Zalacaín, y el tiempo, la noche del lunes.
(Alberto Caride es coordinador de los “Lunes poéticos de Zalacaín”).

Alberto tiene publicados el libro 'El viaje en el que te conocí' (2009) y los poemarios 'Narciso despeinado' (2012) y 'Ciudades Jirón' (2014).

       Hablemos del recital, acuerdo entreverado, con avenencia entre poemas y canciones, trama y urdimbre, fórmula que ha orientado esta presentación poética hacia un recital—concierto: breves poemas, —o fragmentos de otros más extensos—, recitados por Alberto Caride, y las estrofas de canciones interpretadas por el cantautor y también poeta, Juan Manuel Sánchez Meroño, delicada voz en tono intimista: se entrecruzan, como aviones de certamen en tiempo de vuelo de riesgo, sin colisionar, resguardados por la guitarra solista de Jorge Meroño.

         Este proceder enhebra voces, música y palabras concurrentes y compartidas. (No conocía esta modalidad, —por inexperiencia—. Es interesante y se agradece que haya innovación en las muestras poéticas). Mezclar la ceniza con la tierra del nuevo tiesto.

      Alberto sigue desgranando sus versos: “…respirar solo luz con los ojos…”; mientras Juan Manuel, en correlato, canta “Exilio” [“A un kilómetro de Francia/ las tormentas comenzarán… / las promesas se hundirán…”] y se traba con las palabras que siembra y desgaja de su leño el poeta: “…De tu ausencia / de tu encuentro / sigo huyendo”.

       Los poemas de Alberto Caride no tienen título, solo van numerados.
         Por ejemplo, ‘Poema núm. 3’: “para ser ceniza / mejor exiliado viento…”, la Poesía como restos de la ceniza de lo vivido: “…siento mis versos como hordas bárbaras…”, “…la ecuación de polvo / y aire, de contracción / y siembra…”

        Destacamos el empleo de vocabulario geométrico: “…círculos concéntricos / cada vez más tristes…”, de composición planetaria (“…ya se ocuparán de mí en la Tierra / ahora que asciendo y vuelo…”), porque el poeta sabe que el futuro e otro y están abiertas todas las vías:

Somos el camino
y su abrigo
y las velas izadas del marinero”.

          Canta Juan Manuel a la primera rima de Bécquer, mientras Alberto trenza sus palabras poéticas en los intersticios que abre Juan Manuel: “…si pudiera poner mis manos / en las tuyas / y al oído contártelo a solas…”
   
Interpreta Juan Manuel el famoso poema de Juan Ramón Jiménez, “El viaje definitivo”,


Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando.
Y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

(Y Alberto Caride desmenuza sus versos entre los de Juan Ramón, dedicados a la ausencia definitiva de Leonard COHEN)

Todas las tardes el cielo será azul y plácido,
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y lejos del bullicio distinto, sordo, raro
del domingo cerrado,
del coche de las cinco, de las siestas del baño,
en el rincón secreto de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu de hoy errará, nostáljico...

Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando”.
(Juan Ramón Jiménez)

   
     Alberto ha compuesto la influencia, el estremecimiento de un momento estelar que le impresionó, —como a muchos—, la súperLuna:


            “…Volver puede ser un exilio
como partir puede ser un encuentro…”

       Y aquí se produce un punto de inflexión y cambio de ritmo en el recital, donde las canciones se aceleran en un lirismo amable y optimista.

“¿Qué tendrá de austero / ese gesto con que precisas / el momento de volver…?”
“¿Qué tendrá de malo / esa desazón que invita al cambio?
    Y a nacer una vez más”.

     Caride expone su poemario de incendio, ceniza y destrucción, (“…soy la sucesión de una pregunta / retórica constantemente respondida / en el tiempo”).      También de esperanza: génesis que abrió paso a él mismo y génesis que cierra el círculo con la aparición de su hijo, que hereda la historia y construirá la suya propia; en confianza y coherencia con el empleo de la terminología geométrica y de mecánica celeste: círculos concéntricos, cometas, hielo sucio, gravitación universal…

“… Y pensar que lo mejor de mí
estaba en tu vientre blanco…”
(…) Eres fruto de un instante
de dos cuerpos unidos en la fascinación…
…lo que queda tras vaciarse el uno en el otro”.

     Humano camino abierto que nace en el presente pleno de esperanza y de futuro.

     Es el punto en que se clausura el círculo, lo canta Juan Manuel:

          “…Arden los mares y los desiertos
y todas las sombras del mundo;
Arde la culpa de nuestro deseo.
Esto es el incendio.
Somos un incendio sin control…”

                       Al público asistente le ha gustado.
                   A mí, también.


     
       Y en la noche amable, de regreso a casa, una mirada a la plaza de santo Domingo.

1 comentario:

  1. Ya echaba yo de menos tus comentarios, siempre poéticos - sea cual sea el tema - siempre sensibles y certeros. Buen recital tuvo que ser el de Alberto Caride, tal como lo cuentas. Gracias, como siempre, por hacerlo, y de ese modo tan tuyo.

    ResponderEliminar