sábado, 22 de octubre de 2016

[5ª entrega].- REVOLOTEO Y GIRO EMOCIONAL: BIBLIOTECA DE NUEVA YORK


        
         (III).- Lugares de lo posible: Biblioteca Pública de Nueva York.









     3.- La hermosísima biblioteca pública, de 

       espléndida fachada en un grandioso edificio 

      (conocida como Public Library)


          La inclinación por los libros y lo que ofrecen reúnen y forman poco a poco la biblioteca personal que es un signo de referencia. Cada cual se ve a sí mismo como un lector, una lectora. Que perdura a lo largo de la vida y se siente así. Es y sigue siendo un placer. Coleccionamos las palabras y las expresiones, que aprendemos en los libros.
   
      Hay instituciones, las Bibliotecas y las librerías, que contienen y ofrecen los libros que queremos, buscamos o necesitamos en un momento dado. Acudimos a ellas. La voluntad se enfrenta a la ignorancia.

          En la Biblioteca no hay soledad en el espacio y sí el requerido silencio respetuoso que muestre toda la consideración a quienes allí están, leen y trabajan. El silencio mes el agua que riega la libertad en la lectura, que admite las ideas y eleva la mirada. Tomamos un libro y los personajes de la novela están a nuestro alrededor, con sus actitudes y sus nombres. Y el lector vive la sensación intensa del lugar en el que se desarrolla el relato o la información que nos ofrece el libro. La intensidad del relato, las hojas como anchas alas para volar por la historia y la biografía, la poesía y la ficción, la aventura… Y cualquier cosa puede suceder.

         Las bibliotecas son mucho más que datos y estadísticas. Posiblemente son  nuestra principal riqueza cultural. La memoria de los que nos precedieron y de lo que somos está en sus estanterías. Cada vez que alguien entra en sus salas para consultar un libro, solicitar un préstamo, o estudiar, el conocimiento se transmite y se renueva.
          Las bibliotecas animan a las musas. Hay numerosos autores que escribieron sus obras y trabajaron mucho en las bibliotecas. (En la puerta o entrada principal de la biblioteca de Tebas había una inscripción: «Medicina para las almas»).
       
         (Giacomo Casanova escribió sus célebres memorias en una biblioteca, durante trece horas diarias que se le iban "como trece minutos").

    «¿Qué misterioso poder tienen las bibliotecas?»

   

   Llegada y accesso a la Public Library, de Nueva York.

    Es cierto que su conocida importancia y grandiosidad se deja sentir e impone al visitante que llega por vez primera. Estamos en el bosque infinito de los libros.


      La Biblioteca fue adquiriendo libros, manuscritos y antigüedades de diversas procedencias entre las que se encuentran monedas, sellos, medallas, dibujos e incluso cuadros, —nos informa un voluntario, hombre mayor probablemente jubilado y dedicado a esta tarea.

       Se tiene en cuenta:

   · la provisión: de dónde vienen las piezas, quién las tenía, donde fue descubierta y tener la certeza de su legalidad,

   · el criterio de los cuidadores, de si realmente es necesaria ese libro o pieza en la colección,

    · y la fama de la fuente que hace el donativo.

     La Biblioteca Pública de Nueva York, privilegiada tierra de la libertad, como el museo Metropolitano, concentra distintas culturas y objetos. Todos ofrecen un relato para contar.

     En esta Biblioteca, probablemente en todas, se percibe la diferencia entre quienes leen para aprender y los que lo hacen porque aman la lectura. El culto al libro como herramienta de libertad, desciende de que solo a través de los libros y de las bibliotecas podría salirse de la pobreza y el atraso.

     La gestión de lo público cede su lugar a la conciencia del ciudadano, del personaje. Una clave estriba en el trabajo de voluntarios, casi siempre personas mayores algunas vestidas de forma muy cuidada y llamativa, propia de su personalidad—, que saben insinuar lo justo, capaces de crear conexiones inesperadas en la mente del visitante.

   
 Los libros aquí recogidos resultan todos de primer orden. Y contienen todos los temas. Las conversaciones tratan, ¡cómo no!, sobre libros, desde el ejemplar de la Biblia impresa por Gutenberg, que en ese día estaba prestada a otra institución—, a textos clásicos o actuales.


     El lector, el investigador y el curioso encuentran en esta fastuosa Biblioteca libros y objetos que despiertan con fuerza todas las emociones, de la que es complicado recrear con acierto la atmósfera. El libro, ejemplares e imágenes, se convierte en el protagonista. Además de su altísimo valor real, adquiere aquí un valor emocional, con las posibilidades de los objetos cargados de poética.


   Para el escritor argentino Jorge Luis Borges, la biblioteca se asemeja al paraíso. Y la felicidad es leer todo lo que se ha publicado en el mundo.


    Cuando Umberto Eco ideó la biblioteca del monasterio donde acontece la acción del libro El nombre de la rosa, pensaba sobre la complejidad del conocimiento, sobre las posibilidades del saber humano.
  
    En la Public Library de Nueva York, detrás del vidrio de las vitrinas, transparente y sin mácula, se despliega la dulce serenidad de los libros.

        Intento en ocasiones conocer el carácter del libro y su veneración respetuosa. Grupos heterogéneos de lectores contemplan embebecidos los volúmenes, público que se renueva sin cesar. Es un gentío hormigueante que viene y va, examina los libros. Ignoro qué orden de prioridad establecen.

      El diálogo tiene lugar de forma cuidada por las salas de estudio e investigación. Las relaciones son sutiles y exquisitas. Cada lugar genera lecturas diferentes, reorganizando la memoria de esta enciclopedia viva.
Sólo hay una clase de establecimientos que compita en número de visitantes, a lo largo de las calles y locales de esta urbe infinita: las tiendas de comida.
       Los neoyorquinos y los visitantes aman el libro.



     La pasión por los libros construye la personalidad informada y abierta y vive en los temperamentos silenciosos. Hay un proverbio que dice: «Aunque lleves un vestido viejo, no dejes de comprar un libro nuevo».



                El libro es el placer de la civilización. Que encaminan a la confianza en el libro, en la información y en las bibliotecas, lugares de creatividad, imaginación y alianza con la sociedad.

      La Biblioteca de Nueva York es de las mejores del mundo, tanto por el volumen de sus fondos como por su buena gestión. Y se puede sentir orgullo por ello.

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  El visitante y explorador, una vez más, tiene que salir a la ciudad para repensarla.                         También se piensa mientras se camina.

   Los tres edificios mencionados, (museos y biblioteca), constituyen visitas obligadas para todos aquellos que vayan a Nueva York: los objetos que albergan forman parte de la cultura más cosmopolita imaginable.
               La urbe neoyorquina enseña músculo al salir de la Biblioteca, en la esquina de la calle 42 con la 5ª Avenida, que suena a claxon, a silbato y sirenas de coches de policía y ambulancias. 


      El regreso a la ciudad que no duerme.


1 comentario:

  1. Impresionante. Como las fotografías, que acompañan tu entrada y el texto, tan enriquecedor y tan lleno de matices como siempre. Mientras lo leía, me vino a la mente esa primera frase que Borges escribió en uno de sus relatos: "El Universo ( que algunos llaman también la Biblioteca) ..."

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