sábado, 29 de octubre de 2016

LA CASA BURGUESA EN MURCIA siglo XIX: VIVIENDA Y PRESUNCIÓN

…En tránsito por el siglo XIX, que no cesa, aunque estemos en el XXI.
    Acudimos a una conferencia sencilla en apariencia.

    Presentada breve y sucintamente por Carmen Celdrán, gestora cultural y colaboradora de TV y del Real Casino de Murcia, quien ha remarcado las amplias cualidades y fundamentos de Loreto López Martínez para hablar del tema de la vivienda burguesa en el siglo XIX murciano.

       Sin transición, la conferenciante entra directamente en materia, advirtiendo que lo de hoy es un preámbulo para, más adelante, hablar del Casino de Murcia, edificio que tuvo su origen en el siglo XIX. 
    Hoy toca la vivienda. Loreto López ha hecho un análisis crítico del pensamiento y práctica urbanísticos del siglo XIX en Murcia: situación urbana, Iluminación natural, soleamiento y confort térmico, arquitectura de dentro y de fuera.
     
     La ciudad es permanente objeto del deseo del burgués. Cada ciudad conserva la huella de las convicciones que, literalmente le han pasado por encima. Arquitectura, vivienda e ideología van de la mano.
       Si pudiéramos desplazar en el tiempo hasta del Egipto y la Grecia clásicos, observaríamos que, en esos espacios de civilización, la pirámide y el templo son signos de una determinada ideología.

   
    Con profusión de dispositivas ilustrativas, Loreto López ha desarrollado su fundamentada disertación, situando el marco histórico decimonónico, de continuas convulsiones políticas y conflictos bélicos en España.
      En un panorama de prolongado ambiente dominado por la apatía, difícilmente se construyen edificios públicos y privados. La burguesía, dueña del dinero, en todo tiempo y lugar, si no percibe estabilidad socioeconómica, no invierte.

         Una referencia histórica describe cómo era Murcia en 1862, según el viajero Charles Clifford, que la vio como una ciudad anacrónica y paralizada… que reconocería Adán si volviera a nacer.

    Murcia en el XIX sufre en varios flancos, de los que Loreto López resalta dos: la devastación que causan las riadas se necesita de obra pública que prevenga y palíe los efectos, y las luchas paralizantes del progreso debido a los enfrentamientos políticos entre absolutistas y liberales.
        La suciedad y las epidemias son permanentes. Y devastadores  sus efectos.
      Conforme se avanza hacia el siglo XX, con menos enfrentamientos sociopolíticos aunque persisten y no desaparecen, y con la exclaustración y la desamortización de Mendizábal, se abren nuevos edificios públicos. El presidente de la Junta Revolucionaria, Pascual Madoz, tras la huida al exilio de Isabel II, habla de Murcia y sus calles alineadas y empedradas y de los comercios de las calles de Platería y Trapería, y dice que las casas son generalmente de dos pisos.
 
   
  Aparece el mercado de Verónicas.







   Y los entornos arquitectónicos como la plaza de Camachos y el parque Ruiz Hidalgo, junto al río, lugar de dejarse ver en carruajes y a pie, mostrarse, lo propio de la pauta burguesa. 

       Pero a pocos centenares de metros de las calles mencionadas el aspecto y la realidad es suburbial.

      La burguesía del momento la integran comerciantes y profesionales liberales. Luego se integrarán los de las primeras fábricas.

    El alumbrado público, de luminarias primero, luego de gas hasta que llegó la electricidad, contribuirá a que se alarguen los tiempos de contacto comercial y presencia en calles y establecimientos.

         La vivienda burguesa tendrá su crecimiento a partir de la segunda mitad del siglo: se convierte en un signo de nivel social y poderío económico.
        La ostentación, propia de la moral burguesa de los países del sur de Europa, , también afecta a Murcia, conciencia tan diferente a la que describe Max Weber en “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, (libro de la significación del modo de vida protestante para la cultura y de cómo influyó en la constitución del espíritu capitalista, pero poco de asunto religioso).
        La vivienda del burgués español y murciano está diseñada para mostrarle el señorío fachada y balcón a la calle, con motivos arquitectónicos modernistas a los demás.
      También manifestar a otros burgueses la capacidad de adquirir lo nuevo. Mientras que el burgués centroeuropeo y americano es parco en su compartimiento exterior, centrado en el trabajo para alcanzar el éxito económico; por lo que la casa-vivienda está distribuida de modo diferente: de puertas para adentro se busca el máximo confort familiar sin pretensión de exhibirlo.

      Induce a reflexionar sobre cómo vivimos, qué valores de convivencia, transforman la vivienda en hogar.

     La vivienda burguesa murciana, casa unifamiliar, desde dentro hacia afuera, centra la atención en las cualidades espaciales del interior: incorpora el despacho-gabinete privado, de uso exclusivo del hombre de la casa.
       El gran salón de encuentros y fiestas se halla en la primera planta.
    La decoración y el mobiliario simultanea la funcionalidad y la ostentación. Se usa papel pintado con motivos florales para cubrir y decorar las paredes. Se introducen las plantas exóticas como signo de distinción, un urbanita cívico que coloca macetas con plantas verdes.
         La incorporación de sillas, alacenas y aparadores. 

       Aparecen nuevos matices. La planta baja queda abierta, y los niveles superiores de las viviendas propician un acceso común. En una secuencia de vuelta al hogar, que los habitantes puedan detenerse en las estancias de la planta baja.


  Los retratos del propietario de la casa suponen manifestación de poderío e importancia, además de las pinturas religiosas en pasillos y en el rincón reservado para las devociones.
   
       Otra novedad es la cama de latón y hierro, y la aparición de las escayolas.
    Los espejos son fundamentales, no solo para mirarse, sino porque potencian la luz de las habitaciones.






     Y en toda casa murciana no puede faltar el belén. 

      La mayoría de las viviendas burguesas se construyeron como hábitat familiar. Dejan de ser arquitectura cuando los edificios se convierten en valor, en plusvalía de materia prima que puede acabar en la venta, con el fin de obtener un beneficio económico.
      De alojamiento de ciudadanos, centrado en la forma de acceso, la ideología urbanística y en las condiciones para aprovechar la energía: la iluminación, el soleamiento y la ventilación natural.
      Es pertinente preguntarse cómo acercarse nuevamente a la vivienda con mirada sencilla, el uso de materiales nobles y su carácter social: algo construido para vivir del mejor modo.

Asistir, aprender y divertirse. Una excelente disertación que ha superado las expectativas.

         

viernes, 28 de octubre de 2016

“Cuatro autores y seis personajes en busca de espectador”: Canna brevis en escena





MUJER EN LA PALABRA: 

NO SE DETIENE LA LITERARIA CONCIENCIA 

            27 de octubre, jueves pasado, sala “C. Lavella”, ya saben , campus universitario de La Merced:


             Una nueva concesión de DELETREARTES, destello cultural universitario que no se detiene.


Presentó Diana de Paco


     Con “Canna brevis”, grupo de teatro, protagonista de la fantástica explosión de monólogos en torno a personajes femeninos de Cervantes y Shakespeare.
   Santiago Delgado
     Escenario dispuesto: atril singular, tribuna de actrices, violoncello y, concluyendo, los intérpretes de Camilo J. Cela y A. Buero Vallejo.  








           Textos entregados al público con la ilusión en el juego de palabra y música, en busca del gesto escénico.
         Cela.- ¡Hombre, Don Antonio! ¿Lo han llamado también a usted para hablar de mujeres?
         Buero:- Buenas, Don Camilo. De mujeres, no. De personajes femeninos de dos insignes autores: Shakespeare y Cervantes.
        …….
   Cela.- Me parece que los carpetovetónicos nunca entendieron bien a sus mujeres.
Buero.- Soy de la misma opinión. O las vieron Dulcineas o las vieron Aldonzas Lorenzo…






    "¿Cuántas Maritornes fuimos en tantas y tantas Españas, desde que esta geografía existió, antes de que tal nombre se impusiera…? Mozas de venta, que no conocimos cosa otra que la venta misma, desde niñas. Cocinar, lavar, fregar… y ser pellizcada por aquí y por allí..." 




      Cela.- La Historia no tiene jueces.
     Buero.- Todos somos jueces de la Historia. Y decimos, Lady Macbeth, culpable, Ofelia, inocente… Y así.
     Cela.- Pues Shakespeare quiso que condenáramos a Lady Macbeth; eso está claro.

        "Os saludo, ávidos jueces sin título y fuera del tiempo, esclavos de quienes os envían. Aquí estáis: y desempeñáis muy bien el papel de inquisidor, la mirada atenta a los signos de la psicoanalista, el acomodo del historiador y la disposición de periodistas para el titular de urgencia, en cualquier señal de lo que estiméis que es noticia.
          Gracias por venir. Y sabed que escucharéis lo prohibido, la transgresión, con su horror y su misterio.
     Queréis ver la luz de lo que Macbeth, mi esposo y yo hemos vivido en este proceso con final adverso".
(Pepa Alcaraz)



      Cela.- Creo que el personaje femenino más logrado de Cervantes es la Gitanilla, no Dulcinea.
      Buero.- Coincidimos en eso, Camilo. Para Cervantes no había mayor don del ser humano que la libertad. Y la cantó en sentidas palabras. La Gitanilla es la libertad, la misma libertad de los gitanos.



       "...lo que es eso para mí: mi vida. Y aun a mis hijos les enseñaré a bailar, cantar y recitar, por muy nobles que vayan a ser. ¿He mejorado mi condición al haber sido reconocida como mujer de la nobleza? Me alimento cada día con platos calientes y visto hermosa, pero me falta algo. Me falta la incertidumbre de qué va a pasar al día siguiente. Si nos apresarán a todos en un pueblo o la Santa Hermandad nos llevará a galeras… Cada día era un milagro. Y se agradecía".  
Sonia Varó



    Cela.- El amor si no es correspondido, mala cosa. Igual ni debiera llamarse amor. El amor o llega a la cama o no es nada.
    Buero.- ¡Ay, Camilo, Camilo, cómo te gusta posar de ogro populista! Hay que respetar la decisión de Shakespeare de hacer una heroína del amor a Ofelia. Es el escape idealista de la obra. Hamlet no se logra desprender del sentimiento trágico que todos los diálogos del autor rezuman.
    Cela.- Sí, incluso es cruel con la pobre Ofelia.


“Yo, doncella por siempre a los ojos del mundo,
cuyo pecado fueran inocencia y piedad,
sin himeneo muero, y recibo el abrazo,
de quien sin ser mi amante en mi mente habitó,
y, aunque sin pretenderlo, fue por azar nefasto
verdugo de mi padre, y me privó de él
quien por amor al suyo quiso hacerle justicia
valiente paradoja, sinsentido cruel.

Inmortal los pintores me harán, como a las flores…”
Charo Guarino


       Buero.- Ahora viene la Gran Dama de la Literatura Española
       Cela.- Con esa denominación, sólo puedes referirte a Dulcinea del Toboso.
        Buero.- Exacto, no a la llamada Aldonza Lorenzo, aldeana de aquella villa que nombre diera a la otra.
       Cela.- Fíjate en la rara sabiduría de Cervantes. Dulcinea y Aldonza comparten cinco o seis letras. Indudablemente, Don Miguel nos está diciendo que las cosas, incluso las contrarias, comparten más elementos constituyentes de lo que se pudiera pensar. La idealizada Dulcinea y la rústica Aldonza.





    "…es hora de que diga quién soy. Me llamo Catalina de Salazar y Palacios y nací en Esquivias… (...) Miguel de Cervantes, mi esposo y escritor, creador de la novela moderna, me eligió a mi, su esposa, como la verdadera Dulcinea.
Y los sentimientos experimentados por Miguel de Cervantes hacia su Dulcinea, que soy yo.               

Ángela Sánchez-Lafuente

      Buero.- De Julieta cabe decir que no compartió nada con las mujeres de su tiempo. Amó y gozó del sexo con su amado, aún casi púber. Fue libre en cuanto pudo. En ese sentido es ejemplar. No le dio tiempo a ungirse con los yugos que el machismo de la época imponía a las mujeres.
Cela.- Mejor para ella. Ya veríamos cómo derivaría Romeo con el pasar del tiempo.

     "...No llegué a cumplir 14 años, pero conocí la mejor verdad del mundo. Niña era cuando empezó la fiesta de mi padre, mujer cuando anocheció y sola quedó la casa. Él, Romeo, también alcanzó su mejor hombría al seguir los dictados de su corazón..." 
Sonia Varó






    Impresionante de esa noche fue la interpretación del violonchelista, Antonio Pérez de Paco en el panorama de la música.

      Y se oyó decir entre el público:

        - «¡Qué textos! ¡Qué música!»

      -      «Sí, sí, hoy hemos venido a celebrar que las palabras viven frescas, después de tantos años y la música contribuye a manifestarlas».

      Puede parecer frases peripuestas pero, quienes las había dicho así, las sentían.



Es un tiempo escénico memorable que no queda olvidado.

NOTA.- Si no se pudo asistir, hay que reclamar su reposición. en este mismo escenario o en otros, que los hay...

miércoles, 26 de octubre de 2016

[6ª entrega].- CENA CON MADAME LIBERTY, nuevo saludo por la mañana

La noche del sábado

   
    Se llega a Nueva York habiendo leído y conversado sobre lo que ofrece y significa la ciudad y sus lugares. Seguro que, previamente, ya sabemos bastante de la Gran Manzana. La información condiciona la mirada.
           Da para mucho este viaje a Nueva York.
 
        Lo cierto es que hizo un tiempo meteorológico espléndido. Solo una mañana, durante poco tiempo, cayó una lluvia fina que sólo mojó un poco las calles. Y eso es fundamental, porque no se ve igual con el paraguas ni mirando hacia arriba con las gotas mojando la cara e impidiendo la visión. 

    Porque en Nueva York las cosas ocurren desde arriba (subir al Rockefeller Center o al Empire State) y luego sentir lo que ocurre a ras de calle, con la vibración del subway (metro) y de las galerías en construcción desde donde emerge el vapor blanco concentrado. Un ejercicio saludable consiste en activar la cámara y fotografiar las cosas desde las alturas o desde lejos. Porque todo está aquí.
   Hay que ir a Nueva York. Desde la llegada al aeropuerto JFK, las cosas son absolutamente nuevas, de impresión primera, fuera de comparaciones con lo previo.

       24 de septiembre, sábado al oscurecer, salimos desde el hotel en autobús hacia las dársenas y muelles del puerto neoyorquino en el río Hudson. El tráfico rodado sigue siendo de alta densidad e intensos sonidos de claxon: eso, según el guía, es ‘lo normal’.  

     Si de lo que se trata es de acceder a un barco-restaurante para cenar, circunstancia prevista y no suponga sorpresa, —estaba incluida en los costes del viaje—, sí que hay expectación y curiosidad: ¡a ver qué nos depara la noche de cena!

       Los salones del flotante restaurante se disponen en los laterales de mesas para parejas —o para cuatro personas— y en el centro las mesas más amplias, para grupos. Como es nuestro caso.

    Nos atiende personal que habla español, son hispanos (como les llaman aquí; lo de ‘sudamericanos’ es cosa que se dice en Europa). Cuando comprueban que todos hemos ocupado nuestros sitios, toman nota de los platos que componen la cena, a elegir de entre tres clases cada uno:

· Ensalada. /Carne o pescado. / Postre helado. 

       En este espacio lo importante no es la comida, aunque hay que cuidar que sea apetecible en relación lo que ofrecen y lo que cuesta. Que todo contribuya estar bien.
     De buena calidad, abundante: a lo neoyorquino. Con una ensalada individual pueden comer tres. Y el salmón, de segundo, que sirvieron, le calculo medio kilo, al igual que el filete de carne de quienes lo pidieron. (Comí todo, que la comida no se desaprovecha; y menos aún si está deliciosa, como fue el caso).

      El énfasis en los tópicos puede crear en la trama del viaje un campo cerrado, sin lozanía. Como el riesgo que supone hablar de bienestar y darle visibilidad.

     Afortunadamente, lo real nos satisface: no es, no puede ser lo mismo verlo en directo que a través de medios escritos fotográficos, vídeos y películas: la realidad es superior. Y sólo la fantasía puede ser comparable, pero sabemos que será fantasía.



  Comienza la primera de las dos travesías por la bahía del río Hudson. Todo embelesa: la conversación tranquila, la comida, las luces de Manhattan, las de New Jersey, los puentes iluminados… 



        El panorama desde el barco, techo y paredes son de cristal, es un espectáculo. Entre cada plato da tiempo suficiente para salir afuera, a cubierta, escuchar el sonido del agua que surca la nave y hacer fotos.
 ¡La estatua de la Libertad iluminada!
   Allí la Dama enciende su llama  
   y la luz destaca sobre lo oscuro. 
   El viento de la historia 
   llena los pulmones y el propósito. 
   La mirada, en el cerco del agua,
   viaja con la noche
    y aguarda al sol:
   promete que vendrá. 
                                Luces de N.Y. La noche de cena y navegación tiene una duración aproximada de tres horas. Impresionantes vistas de principio a fin del recorrido por el río Hudson.
       En el espacio abierto de agua, la temperatura ha bajado sensiblemente y se agradece la chaqueta de manga larga.
       No hay que inventar, sino mirar fuera y ver lo que hay, dejarse envolver por la noche. Vemos de manera distinta dentro que fuera.

       Noche del sábado 24 de septiembre, donde los espacios se hacen íntimos y los guardamos.
                 Se sienten, se oyen en el aire los lamentos de la isla de Ellis, donde los emigrantes debían de aguardar antes de entrar a la ciudad. La quietud agita las palabras tristes y últimas, donde recordar llama a la tristeza.
        El barco salió desde el muelle contiguo a donde guardan un portaaviones que fue famoso y hoy es reclamo turístico.   
      Paseo grato e inolvidable. A bordo del barco, buen ambiente.
      Comienza a anochecer, y con la puesta de sol se percibe a la ciudad en la noche.
      Se navega a la vista de Manhattan y New Jersey hasta llegar debajo del puente de Brooklyn. Al regreso, una parada frente a la Estatua de la Libertad, para volver a puerto.
   Noche de otoño, magnifica experiencia.
      Estatua de mujer
      que alza la mano
     iluminada de libertad,
     y en la otra sujeta la historia. 
     Nueva York es nombre 
     de tierra en el agua.
               Hay un momento en que uno no se acaba de creer lo que ocurre y está viviendo; escepticismo que no es falta de entusiasmo.
     Hablamos de una ciudad que se enfrenta a una historia complicada y a unos cambios que han afectado al mundo, a la cultura y al arte en particular.


  Nueva York es la experiencia de lo exterior; es el sentido que produce el cambio en la forma de mirar. Estar dentro y fuera al mismo tiempo es una posición temporal necesaria.
      Es abrazar el presente y la comprobación, donde se valoran cosas y espacios contradictorios, donde no cuesta asumir la crítica y no preocupa demasiado qué opinan los demás.

     —    Dígame, ¿existe en esta ciudad alguna sola norma para que vivir aquí deba ser aburrido?

     —    Le garantizo que no hay ninguna ley que ponga límites a la creatividad ni a las creencias y opiniones. Son las ancestrales y dignas tradiciones de Nueva York.

      —    Entonces estoy viviendo una nueva y apasionante etapa personal.

      —    Esta ciudad a nadie deja indiferente.

        Y así se vivió la noche, en el corazón dramático donde tantas vidas encontraron acogimiento en la nueva tierra y, ¡ay! También otras se truncaron. Silencio creador latiendo, mientras se observa la naturaleza humana en el siglo XXI.
          El espejo neoyorquino es la civilización, donde muchas veces el ser humano encuentra el modo de convivir o desaparece al otro lado del espejo.
La noche, satisfecha, quedó atrás.

        Salió el sol y había que comprobar que no fue un sueño.

      Comienza el domingo. Por la mañana, tomamos el subway-metro (una nueva experiencia) para llegar nuevamente a los muelles, dispuestos a un nuevo paseo en torno a la Estatua de la Libertad.
 
  



     Nuevamente para comprobar que la estatua de la Libertad sigue ahí.
        Cruzar el río Hudson en ferry, como la acción que hacen miles de trabajadores y viajeros, diariamente, en un masificado transporte, —a pesar de ser domingo o por ello—, y disponer de un imaginado punto de amarre para hacerse una idea de lo que supondría la llegada a este lugar de inmigrantes durante el siglo XX.


     Y apreciar el skyline de la ciudad acercándose a Manhattan.

        En la mañana es superior al relato en sí mismo, se comienza el camino a pie entrando por Broadway, 



      donde enseguida nos espera el toro, siempre lleno de gente para manosearlo en cuernos y testículos y hacerse fotos. La policía no permite que se encarame nadie, para lo de la foto en doma de res. Todo el mundo sonríe, aunque no se acerque.


       En todo caso, son brillantes todas las claves y soluciones en el complejo universo de Nueva York. Aunque cuenten las cosas, se prefiere vivirlas.


     Encuentro
     en el que nos busca la verdad.
    Es el viaje.
    Suena a música melancólica,
    se escapa de los sueños 
    con otro nombre 
   que convierte el pañuelo 
   en palabras de la memoria,
  donde todo sucede,
  nada cambia 
  y confirma la vida.


        Nueva York es grandiosa, aunque se mire de lejos.

Lo que se comenzó en el subway-metro, luego se continuó en ferry, siguió a pie y así concluyó, largo periplo de todo un día de domingo.




 Contar es necesario en el cambio de perspectiva.


        Pero eso será otra día.