lunes, 11 de julio de 2016

VERDE INFINITO, SOLIDEZ DE GRANITO, AGUA EN LAS RÍAS: GALICIA.

   PRELUDIO, llamando a la música interna de cada quien, una introducción de lo que serán las nuevas y siguientes entradas en este blog, más allá de la gaita y la muñeira.
       Galicia, Rías Baixas, PONTEVEDRA y La CORUÑA. El presente y lo venidero, que sobre lo antiguo se alza.
      Seis días justos por esta privilegiada tierra. Lo visto en este tiempo, iluminado por un sol que se oculta una hora después que en el resto de la España peninsular.  Cielo limpio persistente e inhabitual en estas tierras, los gallegos remarcaban que era un período largo, excesivo sin agua del cielo.  El pueblo gallego ama la lluvia; siente hacia ella veneración y respetuoso deseo.

    Una empresa turística es la que ofrece este viaje organizado, que se exterioriza en los autobuses, “Novas Rías Baixas”.

     Como una doble tela de araña, los hilos van desde cualquier punto de la geografía hasta que, como dijo el poeta Antonio Machado, se entrecruzan en:
"Madrid, Madrid, ¡qué bien tu nombre suena
rompeolas de todas las Españas!"

        Y, a su vez, de desperdigamiento, cambiando de autobús y de compañeros de viaje, ese el otro núcleo del enramado, que compartirá medio de transporte y hoteles. Cambados es la asignación, municipio de la comarca del Salnés, (“Salinas”, en castellano), como centro de las Rías Bajas, provincia de Pontevedra. Y desde allí, a cada destino, sea en Galicia o el Cantábrico y la costa norte.

     Conductores, guías (Xavier, el guía desde inicio y regreso a Madrid, atento e irreprochable. Sus indicaciones y respuestas han sido siempre informadas, amables y llenas de buen humor incansable y contagioso), y autobuses ajustados con eficiencia al reloj. No puede ser de otro modo, en donde coexisten carreteras secundarias y autovías de pago, para tanto punto de interés turístico.

    La luz sobre la infinitud de las rías, sol que camina hacia el horizonte desde la noche de lo futuro con honda emoción; se siente cómo la vida se completa con otro sentido. 
  
        PROPÓSITO para estas CRÓNICAS de VIAJE.
 
   Decir algo de lo que ha acontecido por esta noble tierra de Galicia. Todo viaje es una crítica del mundo a la vez que modifica nuestra estabilidad. Cuando se viaja, lo sorprendente es sacar el humor de risa, aturdido en melancolía. El protagonista, más que las personas, es el viaje.

     Los visitantes se renuevan sin cesar, gentío hormigueante que viene y va. El viaje es el jardín de la tertulia, placer de valiosa civilización. Una vez se ha conocido de las dulzuras que proporciona el viaje, se vive como amparo contra la adversidad.
     El amor a los viajes es propio de temperamentos silenciosos y bulliciosos, a la vez. Viajar es una gimnasia bien establecida, individual y colectiva, física e intelectual que nos hace más inteligentes.

      Comprender el alumbramiento de lo presente toda vez que ya pertenece al recuerdo, al pasado. La comunicación, no cotidiana, se establece entre quienes comparten viaje y habitáculos. La fuerza y el ingenio de la gente, del Norte y del Sur. Mirando de lado, intento en ocasiones indagar el carácter del momento y observo, sorprendido gratamente, las páginas en donde fijan sus ojos las personas que viajan.

        El saber popular está constelado de sentencias:
 «No importa que lleves un vestido viejo, pero no dejes de probar el vino nuevo».

      Los tópicos y las frases hechas son síntesis para urgencia comunicativa, con su carga de verdad y mucho lastre añadido. Pulpo, albariño y ribeiro. Como es lo de “Vigo trabaja, Pontevedra descansa, Santiago reza y La Coruña se divierte”. Estímulo para comprobarlo, pues las simplificaciones encierran siempre una invención y un enredo engañoso.

          En un atardecer de julio, recién llegados, frente a frente con las rocas grises de la costa, una pregunta se levanta:
    «¿Qué conduce a un pueblo
    
       Seguro que algo más que la casualidad, las circunstancias históricas, o su concepto de la vida. Todas las cosas se viven y se repiten. Escondida pregunta, íntima, latente que asalta el ánimo de los viajeros.
    
   Sobre las entradas y accesos a Galicia habría que instalar una inscripción que diga: «Sosiego para el ánimo». 
      Por donde quiera que se vaya, hay señas de identidad, de monumentos, de tiendas, grandes o pequeñas, austeras o fastuosas, en donde se administra esa sustancia que hace bien a las almas, las conforta y las vivifica. Detrás del vidrio de los escaparates, transparente, se despliega toda la dulce serenidad del sentir gallego, distinguida parsimonia para paladear el pulpo con albariño, y acoger el aire del Atlántico entre los dedos sutiles de la mano distraída. 
                                                                        —¡ah, el hórreo!—,

       Observador que se abandona a la complacencia, un intento de conocer lo que el viajero ve de la realidad y de sí mismo. Hay situaciones que permiten entrever, descubrir, la personalidad humana. Apetece, de vez en cuando, vivir la sorpresa de la experiencia de viaje organizado en base turística, sin más pretensiones.

      En realidad, es un autoanálisis de modos de invención, en lugares que se visitan por primera vez, sin memoria alguna sobre su pasado.

       Comenzamos a darnos cuenta en la distancia. Cuando se cierra los ojos para concentrarse viene a la mente la tarea de imaginar razonando: es un acto creativo.


    Considero este viaje como emocionalmente significativo. Una historia sobre el hecho de ser humanos. ¿Cómo será estar tan lejos?  Escribir, que siempre resulta difícil, recupera el entusiasmo e inclina a completar historias y miradas que pueden ocurrirle a cualquiera.

        Es también un viaje para el lector, que en todo momento siente que se está trasladando a otro lugar, y lo percibe como algo muy real.
   
      Conducir al lector a la esencia misma de los lugares y vivencias sentidas por sí mismos, en el aquí y el ahora. Porque ser humano es tener memoria y ser consciente del futuro.
       Diferentes generaciones confluyen casualmente con una luz de esperanza. Y, sobre todo, la coexistencia entre los viajeros que convierten en casa el autobús, con diferentes acentos lingüísticos, tantos como formas de mirar y desenvolverse:

     · Mari y Pedro, de Castellón; ella viste sonrisa permanente y palabras de ánimo. Vive a por todas: la energía de esta mujer va envuelta en un incombustible buen humor a prueba de sol, caminos y diferentes móviles —que maneja con resuelta pericia casi simultáneamente—. Y él con sus palabras sentenciosas de respuesta a casi todo y su repelús a los edificios eclesiásticos, a la vez que se muestra informado sobremanera sobre qué significa la religión para las personas, lo que le resulta un sensacional punto satírico. 

  · Isabel, alicantina con aires murcianos, conversadora incansable, para quien el viaje es siempre un destino. Distinguida por su continua disposición a ver, escuchar y caminar.



· Julián (Juli) y Carmina, de Montilla, Córdoba, de donde es el vino que tiene su nombre —montilla—, ciudad romana milenaria, Munda, importante desde antes de Cristo. Esta pareja muestra simbiosis en engranaje de buen humor y ganas de entrar en la esencia de paisajes, edificios e historia, con su resolutiva cámara fotográfica.


· Susana y Lola, de Madrid, dispuestas y ejercientes para disfrutar de luz, de los monumentos, de las calles y tiendas, de la gastronomía (¡cuánto hemos podido aprender de sus dotes y habilidades culinarias!). 




· Dos chicas de Canarias, una de Gran Canaria (no recuerdo su nombre) y la otra, Dauni, (diosa guanche de la Luna) de Tenerife.




· Paco y Mary, de Madrid: dos personas complejas; ella, la abnegación y control del marido sin perder el buen humor ni hacerse eco de algún exabrupto; él, apoyado en su necesario bastón, dispuesto siempre a hacer los itinerarios, sin perderse nada, por empinada que sea la subida y arriesgada la bajada.





· Cuatro jovencitas —tres de Murcia y una de Albacete—, recién acabada sus respectivas carreras universitarias en Educación, contrapunto joven y que fueron adoptadas por el colectivo. Es el futuro que llega.


· La familia de Jaén (padre, madre e hijo adolescente) que entraban en todas las conversaciones.



       Otros personajes singulares: el del sombrero de paja tintado en negro, con una lesión en la pierna, que supera con voluntad y buen humor sin perderlo.




· La pareja de Valladolid, David y Cristina, singular él y mucho más singular ella que, dotada de gracia pícara, daba vuelta a cualquier argumento de él y le inducía a un futuro prometedor. 



· De los recién casados de Málaga: hablaban poco, pero, eso, sí, con una sonrisa y actitud propia de la luna de miel, espejo la una del otro.

· Otra singular pareja, de la que recuerdo que él, con la moneda para entrar a los aseos en O Grove, nos mantuvo el acceso gratuito.

· Las fumadoras/ tosedoras de Móstoles

· y otras personas hasta completar autobús, con quienes no puede intercambiar más de un breve saludo.

     · También se destaca la figura de la dueña del hotel “Cruceiro”, poco agraciada físicamente pero de gran eficiencia para su negocio.

              Crónicas e impresiones de un viaje.

        Viajar, a veces, resulta una actitud como enamorarse para escribir luego sobre el amor.
     Y que haya lectores. Para lo que aquí quede escrito, en estas entregas, espero un poco de atención y algo de benevolencia. Los comentarios sobre las ciudades quedan reducidos al terreno de la simple ocurrencia. 


    Se podría hacer cientos de clasificaciones distintas: los sentimentales, los cultos, los literarios, los respetuosos, los bien escritos, los mal escritos... Hay otra clase: los viajes escritos por alguien a quien nos gustaría tener de compañeros, que provoquen una agradable sensación de bienestar y de disfrutar con lo que de bueno tiene la vida. Que tenga la virtud y el talento de encontrar en las ciudades y en los espacios que visita el punto de belleza de ese lugar, no para los visitantes y turistas, sino para los locales.

     Los zapatos del viajero fatigan los caminos de la Galicia que permanece. Las crónicas no lo son por días ni por personas, sino por lugares que contienen cierto interés, también la mirada sobre el paisaje. Siempre hay algo de asombro y sorpresa en los sitios por los que se pasa.

     Hecho con empeño y sin cálculo alguno, en la insatisfacción por el resultado de la exposición, por si resulta repetitiva, (pues la piedra preciosa existe y hay que intentar limpiarla para que brille).

Casi como un poema sobre los sueños realizados.

     (Lo iremos viendo, si soy capaz de despertar vuestro interés y si os agrada. Que haya sensación de cosa viva).

1 comentario:

  1. Como un preludio o un aperitivo -ya que el turismo gastronómico en vuestro viaje se hizo bien presente, a juzgar por las fotografías- las magníficas descripciones, en unos pocos rasgos, de tus compañeros de andadura que, con ella, dejas ya inmortalizados. No puede ser mejor comienzo. Esperemos su continuación.

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