sábado, 16 de julio de 2016

“TRASNOCHANDO” 2016, EN LA GLORIETA DE LOS POETAS.

     Medianoche, del 14 al 15 de julio, Museo de la Ciudad. Temperatura ambiente agradable en el jardín, marco para un clima humano cultural y sociablemente sugestivo.

     Tercera y última sesión de “Trasnochando”. MURCIA como centro, destino y espiral. 


     Tres días de julio, con SØren Peñalver, poeta y erudito, —por decir un poco de su bagaje—, anfitrión y maestro de ceremonias en la bienvenida al verano. Y el verano en Murcia solo permite que las reuniones sean en la noche avanzada y al aire libre.

 

    Sabemos que SØren Peñalver, murciano singular de Albudeite; personalidad artística reconocida prepara y da la bienvenida a cada estación del año con actos culturales en el museo, invitando a todos, amigos, conocidos y proclives al diálogo poético. Así que, cada tres meses, hay un momento dedicado a la sensibilidad poética y a la cultura como convivencia.


     Artistas presentes, como la directora de la revista “Abaniko”, Nadia Kostadinova, poeta y editora. Asisten poetas y artistas, personas de letras y aficionados a estos eventos. No conviene perdérselos. 




    Todo deslumbra ante la naturaleza, también ante la ciudad, porque la palabra poética tiene mucho de admiración, como este lugar de civilización en el que se produce lo sagrado, en la huerta del origen, la naturaleza divinizada y dignificante de Murcia. Gravita la pregunta de si seríamos capaces de emprender los gestos fundamentales de la vida, cuando al amanecer de un nuevo día halláramos un mundo desnudo, aún por comenzar.

      Como un gesto significativo de acogida en el nuevo momento poético, SØren luce y viste para la clausura un elaborado y decidido atuendo etíope occidentalizado, él siempre tan original y llamativo.  Ofrece granizado de limón o de café a los asistentes que así degustar lo deseen.

        SØren brinda la honorable oportunidad, en la clausura de su “Trasnochando” 2016, incorporado en el 49ª edición del festival de Folklore en el Mediterráneo, de Murcia, en la bienvenida al verano.

     
     Sopla una brisa que mueve la vegetación y hace descender, amables y deliciosas, las caricias de las florecillas arbóreas que caen y alfombran levemente suelo, mesas y cabezas.


     La responsabilidad de iniciar la sesión —así lo dispuso SØren—, ha correspondido al Grupo de Teatro Leído “Canna brevis”, por lo que llama y presenta a su director, Santiago Delgado.



Breves palabras: esto se pone en marcha.
El grueso de lecturas poéticas que el grupo ofrece pertenecen a la creación literaria de Santiago



 
   Comienza la intervención Loreto Martínez con un ‘soneto blanco al san JUAN de SALZILLO’, (“…Es la fe de la mano que labró, / tu singular perfil, cual sortilegio…”). Que continúa con un posible diálogo entre el pintor Ramón Gaya y el poeta J. R. Jiménez: “…amigo Juan Ramón, insobornable /poeta de verdades admiradas…”, para concluir con un soneto a uno de los arquitectos de la catedral de Murcia: “Descansa aquí Jerónimo Quijano, /bajo este humilde altar del Patrocinio, /pisado mármol tiene por dominio,/ quien tanto Arte tuviera en su mano”.

       Un inicio que, en la cúspide del buen hacer, marca la pauta para quienes han de continuar el recital. Abre y pone el listón alto, lo que obliga a no quedar pequeño en el decir y en la dicción.

        Es el turno de Pepa Alcaraz, con las “Mañanitas de Murcia”

 “Mañanitas frescas de Murcia,
del Otoño mediado,
¡qué gracia la vuestra y qué donaire!
acogedme amorosas,
que traigo en mi alma
el cansancio largo y pesado
de tantos y tantos soles estivales”.

      Agradablemente tensa,  placentera ocasión, y más aún cuando le confiere la gracia singular y única de su lectura dramatizada.

    Y concluye Pepa su intervención, que ha estado llena de guiños y gracia al espectador, con una llamada a la lluvia, que es más que una fábula en Murcia:

 “Le oigo decir a la lluvia mientras va cayendo.
Y suena la rima –yo la dejo- repetida
como el infinito número
de las gotas, que si entrecierro los ojos,
veo cómo caen desde arriba,
a través del cristal de mi ventana”.


 
     Le sucede en la intervención, Juan Soriano, con tres sonetos de Santiago Delgado, de distinto color pero convergentes en Murcia: el dolor de la expulsión de los moriscos, la huerta breve del pintor Gaya, y la emoción del poeta en contemplativa mirada ante el río y el paisaje desde el balcón de Villanueva. Se evocan situaciones y personajes de mundos brillantes y desaparecidos sin clave de nostalgia.
           
     Irrumpe en la escena la lectura en clave de furia cordial que hace Ángela Sánchez-Lafuente, voz decidida, segura y fuerte, que inunda el ámbito con el “Apócrifo de Al Qartayanní”, estudioso árabe de Cartagena y Murcia, mientras contempla el paisaje desde la montaña Cresta del Gallo, antes de partir hacia el exilio.



 Ángela ha impresionado, decir "como siempre" sería restarle mérito, pues ha sido una intérprete magnífica de la sensibilidad del intelectual árabe que vivió entre Cartagena —de ahí su sobrenombre— y Murcia.

 “Ahora hemos subido hasta la hermosa sierra
que separa el valle mursí
de la dulce llanura que pende hacia Cartagena.
Los pinos nos dan su sombra fresca,
y la tarde, en sus copas, se pone dorada,
como dama a la que el tiempo hermosea”.

     Las palabras poéticas cruzan el espacio lentamente y en su tránsito nos convierten en otras personas, contenemos todo lo que ha sucedido bajo su mirada. Por cierto, que el maestro Santiago Delgado se ha mostrado exultante en todo momento, a la vez que emocionado, con sus poemas entregados en la noche del jardín del museo de la Ciudad. 



     Cierra el turno, cuestión de orden, de Canna brevis la poeta y profesora Charo Guarino, con el poema de Santiago sobre “La Noria”, breve y al corazón.
     También entrega un relato de su —y nuestra— amiga Rosa Hernández, narración entrañable de paleras /chumberas, de espinas, de juegos de niños que siempre son muy serios y entregados.
     Y el poema inédito propio, “Canalillo”, ha puesto broche de aromático perfume de lo inédito y regalado en esta noche

 Charo, vestida donairosamente informal, acorde para el acto poético. (Es como hacer presente la actitud de Francisco Giner de los Ríos, pedagogo, filósofo y ensayista, creador y director de la Institución Libre de Enseñanza, para quien la educación y la cultura "no sólo es una corporación de estudiantes y sabios, sino una potencia ética de la vida". Y vestía ritual para ir a sus clases).

     (Tanto SØren como Santiago, manifestaron emotivo recuerdo a las canna brevensis inevitablemente ausentes, Diana, Leticia, Sonia y Aurora Gil, siempre presentes porque su sólido espacio les pertenece, en la envoltura con su saber estar).

        El acto continúa, —extensa ya esta crónica, largo camino entre la noticia, la poesía y el testimonio iluminado; imposible dar cuenta de la experiencia—, con la intervención de poetas presentes y del estudioso inglés Robert Pocklington, traductor de los 1004 versos del poema de Al Cartayení, y que aquí ha dejado apenas unos 60—. En los que el artista árabe describe a Murcia, en la paz de las moreras y su sombra; así como la lluvia hace un recorrido de lugares y topónimos que, partiendo de Murcia, se extiende a Almoradí, Callosa y Redován, para pasar a Orihuela, Hurchillo y Arneva, y regresar por Beniel y el Raal. 

      (Sorprende agradablemente que una joya de este calibre tenga traducción esmeradamente vertida al castellano).

     En aquellos lejanos días, se pasaba el verano en Murcia y el invierno en la costa, al revés que ahora, en que no es fácil soportar el calor veraniego. (Una expresión popular sitúa y adjudica el supremo e inequívoco amor: “Yo, por ti, pasaría un agosto en Murcia”].

     Entre los que pueblan el atril, —siento el olvido de nombres—, hay mujeres poetas de notable inspiración, como Teresa.
    También interviene una mujer malagueña afincada en Murcia, que recita el himno a la Fuensanta.
  



  Destacable es la de enérgica muchacha Ana Soto Gil, —rinde homenaje a su profesora Diana de Paco—, que lee a velocidad de joven caminante un bien hilvanado e histriónico poema sobre Murcia capital, una visión distinta, ácida a veces, siempre graciosa. Sostiene durante unos instantes la mueca sarcástica cuando nombra los excesos del cinismo que nos rodea. Todos podemos reírnos de un amanecer.

       La poeta Carmen Gallego cierra con un emotivo poema sobre los atentados de Bruselas, que cobra terrible actualidad por el atentado de Niza, unos minutos antes de subir ella al estrado. Broche triste y doloroso, aun siendo un himno a la belleza, a tiempos de cultura en los que hay que dejar constancia del horror del presente y la esperanza en el futuro. Que comiencen de nuevo todos los lenguajes con la cualidad de la libertad.  

 


   Como en su alocución final dice SØren: contra la barbarie, sigamos construyendo la cultura en convivencia; que la palabra emocione y no se pierda en el olvido todo aquello que dota de vida.

1 comentario:

  1. Gracias, Juan, por el tiempo y el cariño que dedicas a las crónicas culturales. Una joya impagable.

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