miércoles, 27 de julio de 2016

INESPERADO Y GRATO HALLAZGO DE CONSTRUCCIÓN TÍPICA Y LLANEZA HUMANA: PAZO DE ULLOA

   
   En la ría de Arousa, es Cambados la ciudad de la diferencia fusionada.
     Se le dedicó una tarde, y observamos una ciudad compleja: actividad marinera, agricultura (destaca la vid albariño), turismo de masas, y los pazos y casas señoriales. (También hay otras enormes mansiones de construcción reciente, que destacan por su suntuosidad y granito caro, quizá de inversión complicada. Mejor no remover).

 
     En la cultura, destacan los vestigios de presencia del notable y famoso escritor Ramón Mª del Valle Inclán, que vivió en este lugar. 
          
          Recordemos el paseo y sus avatares.
_____________

«Capilla, palomar y ciprés, pazo es», asegura el dicho popular gallego y señala las tres características indispensables.

 
       El narrador ha de acercarse a la objetividad, en un entorno de impacto, como es éste. La mirada sigue siendo subjetiva, a veces pretende ser irónica.
       Toda una travesía vital que hay que leerla de pie, caminando desde los dominios donde emergen las variantes de la incertidumbre más tópica de Galicia.

        Tiene su interés, sin duda. Ponemos el punto de mira en el pazo, (para los seseantes, ‘paso’), procede el latín “palatium” y se refiere claramente a un palacio.
          Preciosas construcciones en zonas rurales, habitadas por gente de alto poder económico y larga historia. Alrededor del pazo pasaba la vida de los aldeanos que trabajaban las tierras del hidalgo dueño. Entrar en una de estas viviendas es vivir rodeado de historia en plena naturaleza.

         La visita comienza en el grandioso pazo de FEFIÑÁNS. 

     El viajero inevitablemente lo descubre al bajar del autobús. Amplio espacio de la monumental plaza de Fefiñáns, construcción del siglo XVI, Bien de Interés Cultural. Conjunto arquitectónico bello y admirado de Galicia.: enorme pazo, con arco-puente, atalaya de la Torre del Homenaje, el ‘palomar’, y la iglesia de San Benito, (reúne sobradamente las tres características). Antiguamente era la plaza del mercado semanal.
   

    Es también la sede de la denominación de origen albariño.

=====ooooo00000ooooo=====

       La sorpresa vino después del paseo, tras recorrer la calle Real y bordear la iglesia, hay que destacar enfáticamente el hallazgo, de entre otros pazos, el PAZO de ULLOA, hermoso lugar.

        (Para mí, personalmente, lo considero un momento cumbre en el viaje).  


        Más allá de la anécdota, lo relevante es encontrar y visitar un pazo no abierto al público, fuera de la ruta turística.

       (Xavier, el guía, dirá que, en todos los años que lleva en esta profesión, nunca accedió a este pazo).
     La tarde calurosa avanza y allí me encuentro con Juli y Carmina, [a quienes dedico esta reseña y compartimos admiración y momento mágico], 
  que estaban mirando el cruceiro. Y seguimos hasta la puerta de esta llamativa construcción. 

       Que sea ‘pazo’ y de pertenencia a Ulloa, evoca y trae a la memoria la novela de Emilia Pardo Bazán: “Los pazos de Ulloa”, (publicada en 1886).

       Es propiedad privada, por lo que el acceso es restringido. Que pudiéramos acceder fue una mezcla de casualidad, empatía y. como resultado, un privilegio.

       Estábamos a la puerta cuando un hombre, de unos setenta años, vistiendo sombrero blanco de paja, camisa blanca y pantalón, pleno de energías se acercó a la verja sin rozar a quienes estábamos allí. Empujó con decisión la puerta y ya, desde dentro, sujetando el acceso, nos preguntó:

    “¿Quieren ustedes entrar? ¡Pasen!”

        No lo dudamos. Julián (Juli), el cordobés y yo respondimos:

    Si no molestamos, claro que queremos, —manifestó Juli con una nerviosa sonrisa y cierta timidez cómplice.

    Será un gusto visitar el pazo. Pero ¡qué dirán los dueños! —le indiqué con cautela.

    —    Soy el dueño, —expresó con resolución y una amplia sonrisa—. Les invito: “¡Adelante!”

       Una vez dentro, boquiabiertos y mirándonos como si no fuera verdad, reparamos en que el hombre había desaparecido mientras admirábamos las hortensias.

      A lo lejos, dentro del recinto, en lo que era un espacio dedicado a pista de tenis y piscina, se escuchó una voz juvenil de hombre:

     “¡Abuelo, han entrado desconocidos!

        Nos quedamos paralizados, pues por nada del mundo buscábamos un conflicto ni que alguien nos considerara algo así como en un allanamiento de morada. 

       Tras un largo minuto, desde una esquina interior de la casa, la voz rotunda del dueño sonó:

    Tranquilos, que vienen conmigo. No os preocupéis, seguid con lo vuestro.

       Se dirigió hacia nosotros, comentando que los nietos lo disfrutan mucho, traen a sus amigos y hacen comidas y fiestas, pero trabajan poco para mantener el pazo. Y que esto necesita mucha dedicación y cuidado.
       El dueño había dejado el sombrero. En una mano portaba las llaves de un coche y en la otra una herramienta de jardín.

    Pero díganme, ¿de dónde son?

      Se lo dijimos mientras se acercaba hacia donde estábamos.

      Por si se iba a ausentar, me atreví a preguntarle con apresuramiento si este Pazo de Ulloa tenía que ver con la famosa obra de la escritora Emilia Pardo Bazán, “Los Pazos de Ulloa”.

    No, no. Ella nunca estuvo aquí, al menos que conste y yo sepa. Se nota que ustedes han leído.

 
       Emilia Pardo Bazán se inspiró en tierras como esta, Galicia profunda y tradicional, en sus gentes, en sus costumbres, la vida rural gallega en el mundo cerrado, lo que quedó recogido en su famosa obra: Los pazos de Ulloa
        Al referirse al personaje central de la obra, “Julián”, ocurrió que mi amigo de viaje comentó:

    Yo me llamo Julián, manifestó Juli.

    ¡Qué casualidad! —exclamó el dueño del pazo.

    Pues sí que lo es, reímos por la coincidencia de nombres estando en un pazo.

   


   El Pazo de Ulloa, construido en el siglo XV, reformado a lo largo de los años, entre sus propietarios tuvo a la Casa de Alba.


         —              También este pazo fue propiedad de los Castro, —siguió informando el actual propietario—. ¿Han leído a Rosalía de Castro?

       Casi como un resorte, me salió sin pensar, inicié el conocido poema de la nostalgia —saudade—, de Rosalía:
  
Adiós ríos, adiós fontes
adiós, regatos pequenos;
adiós, vista dos meus ollos,
non sei cándo nos veremos.

Miña terra, miña terra,
terra donde m’eu criei,
hortiña que quero tanto,
figueiriñas que prantei,
(…)
Adiós, ríos; adiós, fuentes
adiós, arroyos pequeños;
adiós, vista de mis ojos:
no sé cuándo nos veremos.

Tierra mía, tierra mía,
tierra donde me crié,
huertecilla que tanto amo
higueruelas que planté.
(…)

        Le gustó que fuera en gallego.

      El señor nos indicó por dónde acceder a la casa y comprobar las características del pazo.

     —    Entren en la casa, vean lo que está abierto. Y luego, cuando se vayan, cierren al salir. Tengo que seguir trabajando, —nos comentó, mientras subía a coche audi Q7, de amplio espacio trasero, cargado de pequeños árboles y de ramas de boj que dejaría en el contenedor de residuos de plantas.

       Aclara que estaba en pleno cuidado de los bojs, arbusto siempreverde, y si me sonaba, en clara alusión al libro “Madera de boj” de Camilo José Cela, el premio Nobel que estuvo allí. El dueño del pazo manifestó con tono confidencial que Cela comía y bebía mucho y no se ocultaba de su inclinada afición por las mujeres.

        Hay que dejar constancia del suceso, de la casualidad de que el actual dueño nos franqueara la entrada.
        Traspasamos un misterio y lo vimos por dentro en el ámbito de lo privado.

         Escudo de armas, peculiar ladeado, en él aparecen los linajes familiares de los Acevedo, los Ulloa, los Fonseca y los Castro.

En el jardín del pazo destaca la camelia, delicada flor señorial, que también pudimos observar en el pazo de al lado, La Capitana, a unos cien metros, casa solariega Amplio y espacioso también construida a principios del siglo XV

       Es de propiedad de los Ulloa, y estaba abierto al público porque, no en vano, se alquila como casa rural y para celebraciones.
La Capitana cuenta con viñedos, jardines con bojs centenarios y árboles frutales, protegidos por una muralla que los rodea y aísla del exterior.

     Lo más: la cocina, el comedor  y la bodega de A Capitana, con cuatro lagares de piedra centenarios, que dan idea de que en la antigüedad este pazo debió ser uno de los mayores centros de elaboración de vino de todo el Salnés.



Las diferencias en solo unos poco metros, pequeñas y sutiles que no pueden medirse ni pesarse, van desde lo rural a lo marítimo y a la acogedora calle Real.


 Otras veces se halla en acontecimientos temporales: cuando los viajeros entran en el bar que tiene textos de Valle Inclán en sus paredes. 


 =====ooooo00000ooooo=====

          Anécdota de un EXTRAVÍO: Lo más críptico fue al caminar y extraviarnos, en calles de bifurcación, cuando la hora de regreso al autobús estaba muy próxima. De pronto, en un instante que resulta imposible predeterminar, no teníamos línea de horizonte.
   
      Nos pusimos a andar a buen paso ¡y nos pasamos!, creyendo que íbamos en paralelo, y aparecimos en no sé dónde. Menos mal que la cordobesa de Montilla, Carmina, mujer previsora, llevaba el número de teléfono de Xavier, el guía. Y localizamos la plaza de Fefináns, punto de encuentro.

       —    “¡Os habéis perdido!”, nos dijeron al regresar al autobús.

    Pues no sé qué decir. Más bien os decimos que os habéis perdido el Pazo de Ulloa.

       Risas, emociones, complicidad y recuerdos imborrables, la imagen es sugerente. Lo importante es que vimos algo impensable y genial.

3 comentarios:

  1. ¡ Vaya suerte que tuvísteis en poder visitar el pazo por dentro..! Y cuántas imágenes e historias empapadas de literatura, hasta la fachada de ese bar "Divinas palabras". Aunque la suerte, realmente, es de las personas a las que nos mandas tus crónicas. Qué vívidas algunas, como ésta. Qué descriptivas y líricas otras. Qué interesantes, siempre.

    ResponderEliminar
  2. Muy bonito y veo que no te piredes nada!

    ResponderEliminar
  3. Juan,parece el inicio de una novela: La llegada del dueño, la invitación a pasar y ver el Pazo y sus dependencias. Solo te ha faltado que este buen señor desapareciera, no unos minutos, sino del todo y os dejara campar a vuestras anchas y en algún rincón de la casa encontrarías un diario que narrara lo que allí en verdad sucedió en otro tiempo: una historia rodeada de misterio. Sobran los nietos para dar paso a la intriga.
    Vaya memorión que tienes del poema de Rosalía de Castro y además en gallego. Sorprendida como el amo del Pazo!

    ResponderEliminar