lunes, 21 de marzo de 2016

El PERDÓN y lo IMPERDONABLE. Religión y Filosofía.


Hace unos días coincidí, casualmente, con Leonor Jareño, profesora de piano jubilada, pianista activa y directora de coro. Me invitó a asistir, en plano elevado físicamente, el espacio que ocupa el Coro en la iglesia de san Antolín.


Desde la verticalidad celeste al inclinado, casi horizontal plano terrenal.



Me habló del acto que cada lunes santo se reproduce en la iglesia de san Antolín (en Murcia), con motivo del descendimiento para el besapié al Cristo del Perdón. Y que ya, para la tarde, que salga la procesión de la que es titular. 


El motivo de la invitación era el de contemplar desde otro ángulo, en la perspectiva opuesta, de arriba y atrás, el altar mayor visto desde el coro. Y seguir la evolución de la maniobra breve del descendimiento del Cristo hasta situarlo en nivel humano, el de los creyentes y devotos, y de quienes se acerquen para rendir homenaje con un beso reverencial en el pie.
Además de la deferencia hacia mí que esa invitación supone, quería conocer la perspectiva de este acto con tanto significado.

PERDÓN” es un complejo concepto y una muy difícil práctica.
Disculpar a alguien que nos ha ofendido o no tener en cuenta su falta, dejar de exigir el pago de una deuda es asunto espinoso.
El Perdón, desde la religión, es motivo principal y se recoge en la oración ‘Padrenuestro’: “…perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

 Pero perdonar no significa aprobar la ofensa. O como si no la hubiera habido. Ni dejar que los demás se aprovechen de la disposición. En el Perdón hay generosidad amplia, pero no olvido.
Complejo significado con múltiples dificultades de aplicación.


En Filosofía, el Perdón es de importancia nuclear, porque es lo imposible mismo.
· ¿Qué se perdona?
· El perdón ¿debe tener un sentido?
· ¿Se puede perdonar a quien no ha pedido perdón?
· Si existe el perdón, entonces ¿existe lo imperdonable?
· Si sólo se estuviera dispuesto a perdonar lo que parece perdonable, entonces la idea del perdón se desvanece.

· ¿Se perdona algo o se perdona a alguien?

· ¿Y la idea del perdón incondicional, gratuito, infinito?

El perdón perdona sólo lo imperdonable, dejó dicho el filósofo francés J. Derrida, para quien el perdón nunca es puro ni desinteresado.
Lo que hace del hombre un hombre es su capacidad de perdonar, es una posibilidad humana, pensó la filósofa Hannah Arendt.

No es tema fácil.

Volvamos por donde empezamos, el Coro de la iglesia.
12 del mediodía. El párroco pide silencio.

 El órgano suena y la voz educada de la solista del coro atraviesa el aire del templo con modulada decisión, cantando el soneto:

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte. (…)”

Toma la palabra el obispo de la diócesis, monseñor Lorca Planes, quien, en breve intervención, habla de fe, confianza y de compartir.
Hace un guiño a la audiencia y manifiesta que esta tarde no lloverá, la procesión saldrá.


Y… si llueve y no sale, que se le perdone; y que, en cualquier caso, la lluvia en Murcia se recibe como un don.






Comienza el “Besapié”, en una iglesia abarrotada, mientras se canta el himno al Cristo del Perdón.




El Coro inicia el rezo/canto del Vía Crucis.


Con la música del canon de Pachelbel, coordinada desde piano y con sonido participativo de las castañuelas, me ausento. 



Este momento, en el que agradezco la invitación, lo tomo y lo tengo como una experiencia personal.

 (Este año, porque llueve; no habrá desfile).

2 comentarios:

  1. Sí, es una pena que no haya desfile, aunque la lluvia sea alegría en Murcia... ¡En las fotos que has hecho desde el coro estoy yo, aunque no se me distingue! Esta mañana he ido un momento a ver los pasos y dar ánimos a los conocidos (ánimos por la lluvia) y he llegado justo para ver el descendimiento, que nunca había visto y me ha parecido muy bonito y muy bien hecho. Me he ido rápido, ya sabes, siempre con prisas.
    Sobre el perdón, últimamente he estado reflexionando sobre cómo el perdón posibilita la libertad. Lo siento por Derrida pero el perdón de Dios es siempre puro y desinteresado, porque nos quiere felices, y para ser feliz hay que saber que alguien te ama pese a tus errores.
    O no, es interesado pero interesado en la felicidad y la libertad de los hombres, porque el perdón nos permite elegir hacer el bien por puro amor, sabiendo que tenemos la posibilidad de hacerlo mal pero no pasa nada porque seremos perdonados. Sabiendo eso, tengo la posibilidad de elegir el bien porque quiero, no por miedo al castigo. Eso es verdadera libertad.

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  2. Se me ocurren dos matices sobre el perdón que, efectivamente, tiene muchos. Uno, la liberación interior que se siente al perdonar ( que no olvidar), infinitamente más gratificante que el no hacerlo, y "cargar" siempre con esa lacra. En otro ámbito, la persona que ha escrito lo anterior habla del perdón de Dios que, es cierto, siempre lo tenemos. Pero... ¿ qué hay de esas personas que no "perdonan" a Dios determinadas cosas, como las catástrofes naturales o la enfermedad de un ser querido. Sé de alguien que ha apostatado por ello. Ni lo defiendo ni lo culpo, ya me guardaré. Sólo lo menciono. Supongo que en aceptar ese tipo de desgracias, que desde un poder absoluto como el que Él tiene, podrían evitarse, es, entre otras cosas, donde reside el misterio de la fe. Y, realmente, poseerla, es un regalo del cielo.

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